9 de febrero de 2012

Continuación: La ciudad de Dehtoya

En las calles de Dehtoya abundaban los comercios locales. Estos estaban repartidos de manera uniforme por toda la ciudad, excepto el centro, reservado para comercios mucho más selectos. El centro de la ciudad estaba abarrotado por mujeres de comerciantes de éxito, burgueses y algún que otro ratero intentando posar sus manos en cualquier cosa ajena.
— ¡Al ladrón! —  Myna se dió la vuelta al instante. Vió como una mujer había caído de espaldas en medio de una gran multitud de gente y un instante después, un niño al que Myna no echó más de 10 años, salió corriendo en dirección a los callejones. Las mujeres murmuraban indignadas, mientras dos hombres, ayudaban a levantarse a la mujer que había caído al suelo. Myna sonrió disimuladamente. Sabía que aquello no estaba bien, pero le encantaba ver como esas ricachonas perdían bolsos y joyas a diario.